Agujero de gusano
Se les llama así
porque se asemejan a un gusano que atraviesa una manzana por dentro
para llegar al otro extremo, en vez de recorrerla por fuera. Así,
los agujeros de gusano son atajos en el tejido del espacio-tiempo.
Permiten unir dos puntos muy distantes y llegar más rápidamente que
si se atravesara el Universo a la velocidad de la luz.
Según la teoría de
la relatividad general de Einstein, los agujeros de gusano pueden
existir. Tienen una entrada y una salida en puntos distintos del
espacio o del tiempo. El túnel que los conecta está en el
hiperespacio, que es una dimensión producida por una distorsión del
tiempo y la gravedad.
Einstein y Rosen
plantearon esta teoría al estudiar lo que ocurría en el interior de
un agujero negro. Por eso se llaman también Puente de Einstein-Rosen.
Los científicos creen que un agujero de gusano tiene una vida muy
corta. Se abre y vuelve a cerrarse rápidamente. La materia quedaría
atrapada en él o, aunque consiguiera salir por el otro extremo, no
podría volver. Evidentemente, tampoco podríamos elegir adónde nos
llevaría.
Hay dos clases de
agujeros de gusano:
- Intrauniverso:
conectan dos puntos alejados del Cosmos.
- Interuniverso o
agujeros de Schwarzschild: conectan dos Universos distintos.
¿Se puede viajar en
el tiempo?
Una cosa es que
existan los agujeros de gusano y otra muy distinta que puedan
utilizarse para viajar en el espacio y el tiempo.
La novela
"Contacto", de Carl Sagan proponía un viaje a través de
un agujero de gusano. Esto hizo que muchos lo creyeran posible. Pero
es sólo ciencia ficción.
Según la relatividad general, es posible viajar al
futuro, pero no al pasado. Si se pudiera viajar al pasado, podríamos
alterar la Historia, por ejemplo, haciendo que nunca naciéramos. Sería
algo imposible.
¿Qué es un agujero
negro?
Para entender lo que
es un agujero negro empecemos por una estrella como el Sol, que tiene
un diámetro de 1.390.000 kilómetros y una masa 330.000 veces
superior a la de la Tierra.
Teniendo en cuenta esa masa y la distancia
de la superficie al centro se demuestra que cualquier objeto colocado
sobre la superficie del Sol estaría sometido a una atracción
gravitatoria unas 28 veces superior a la gravedad terrestre en la
superficie del planeta.
Una estrella
corriente conserva su tamaño normal gracias al equilibrio entre una
altísima temperatura central, que tiende a expandir la sustancia
estelar, y la gigantesca atracción gravitatoria, que tiende a
contraerla y estrujarla.
Si en un momento
dado la temperatura interna desciende, la gravitación se hará dueña
de la situación. La estrella comienza a contraerse y a lo largo de
ese proceso la estructura atómica del interior se desintegra. En
lugar de átomos habrá ahora electrones, protones y neutrones
sueltos. La estrella sigue contrayéndose hasta el momento en que la
repulsión mutua de los electrones contrarresta cualquier contracción
ulterior.
La estrella es ahora
una «enana blanca». Si una estrella como el Sol sufriera este
colapso que conduce al estado de enana blanca, toda su masa quedaría
reducida a una esfera de unos 16.000 kilómetros de diámetro, y su
gravedad superficial (con la misma masa pero a una distancia mucho
menor del centro) sería 210.000 veces superior a la de la Tierra.
La luz se pierde en
un agujero negro
En determinadas
condiciones la atracción gravitatoria se hace demasiado fuerte para
ser contrarrestada por la repulsión electrónica. La estrella se
contrae de nuevo, obligando a los electrones y protones a combinarse
para formar neutrones y forzando también a estos últimos a
apelotonarse en estrecho contacto. La estructura neutrónica
contrarresta entonces cualquier ulterior contracción y lo que
tenemos es una «estrella de neutrones», que podría albergar toda
la masa de nuestro sol en una esfera de sólo 16 kilómetros de
diámetro. La gravedad superficial sería 210.000.000.000 veces
superior a la que tenemos en la Tierra.
En ciertas
condiciones, la gravitación puede superar incluso la resistencia de
la estructura neutrónica. En ese caso ya no hay nada que pueda
oponerse al colapso. La estrella puede contraerse hasta un volumen
cero y la gravedad superficial aumentar hacia el infinito.
Según la teoría de
la relatividad, la luz emitida por una estrella pierde algo de su
energía al avanzar contra el campo gravitatorio de la estrella.
Cuanto más intenso es el campo, tanto mayor es la pérdida de
energía, lo cual ha sido comprobado experimentalmente en el espacio
y en el laboratorio.
La luz emitida por
una estrella ordinaria como el Sol pierde muy poca energía. La
emitida por una enana blanca, algo más; y la emitida por una
estrella de neutrones aún más. A lo largo del proceso de colapso de
la estrella de neutrones llega un momento en que la luz que emana de
la superficie pierde toda su energía y no puede escapar.
Un objeto sometido a
una compresión mayor que la de las estrellas de neutrones tendría
un campo gravitatorio tan intenso, que cualquier cosa que se
aproximara a él quedaría atrapada y no podría volver a salir. Es
como si el objeto atrapado hubiera caído en un agujero infinitamente
hondo y no cesase nunca de caer. Y como ni siquiera la luz puede
escapar, el objeto comprimido será negro. Literalmente, un «agujero
negro».
Hoy día los
astrónomos están encontrando pruebas de la existencia de agujeros
negros en distintos lugares del universo.
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